Poetas invitados IV

Autor: EnSUMA »7:22:00 p.m. »Sin comentarios

Julio Serrano Echeverría (Guatemala)

Poemas del libro ·"Actos de Magia"

A un cuerpo en la orilla de un puente


Vamos, no voy a detenerte,

solo quiero cerrarte bien el saco

para que tu cuerpo no vaya a dar vuelta,

el puente es alto, llegarás a tu destino.


Venimos acá a desearte buen viaje,

a hacernos viento en tu despegue,

a recorrerte el pecho en la oscuridad de tu caída.

Venimos a hacerte efectos de sonido,

a ser combustible,

a ser ala.


Yo no voy a detenerte,

vine a dejarte unas semillas para que aprietes en tu mano

y un avión de papel que hizo tu hermana

y en el que escribió tu nombre,

para que lo cuelgues en tu nueva casa,

en la del árbol,

en tu ventana de pájaro rejuvenecido,

de ave cantora al amanecer.


Nosotros te recordaremos

cada vez que veamos unos tenis colgando de un cable de luz,

sabremos que pasaste por ahí, pajarito,

dejando tu bípedo recuerdo sobre nuestras cabezas.


Ahora que abandones ese cuerpo al final del río,

procura no olvidar en tus patitas de ave

el avión de papel para que recuerdes tu nombre

y las semillas,

palabras diminutas de la tierra donde caminabas,

hermano del cielo.




A un cuerpo que se viste para su entierro


Caerá tu falda sobre la tierra

como cayó alguna vez

junto a tu cama.


Te ves igual de hermosa

vestida de colores,

aunque solo seas

polvo

y hueso.




A un cuerpo que se reconoce a sí mismo en un periódico


La familiar costumbre de guardar fotos en un álbum,

la del bebé desnudo en la tina,

la del uniforme deportivo,

el registro de la moda

que cae siempre como hoja seca sobre un río.

Así en paredes de cartón

y en las puertas de los clóset

fuiste armando tu propio catálogo de sonrisas instantáneas

como esas caricaturas que se hacían al borde de los cuadernos.


La última foto que le tomaron a tu cuerpo

no la pondremos en el álbum,

esta dejaremos que sirva para hacer piñatas,

piel de muñequitos.

No lo tomes a mal,

solo queremos que de tu último retrato

broten dulces

como flores.

A un cuerpo que escribe en la madrugada



Sentados

lloramos en secreto,

empuñamos las manos en secreto.


Se nos escapa el corazón del pecho

como agua destilada

para lavar el tiempo,

para endulzar el rostro

de los que se fueron

empujados al vacío,

al origen.


Nosotros,

nuestros cuerpos,

flotan,

se funden sin espejismos

con el amanecer

y con la noche,

con las hojas que se mueven

y con las que se caen,

río y niebla,

flotan,

vibran.


Y a veces se nos caen los dedos

escribiendo en las madrugadas,

llorando en secreto a veces,

llorando ante el mundo otras veces,

rabia y saliva animal

que se pierde,

grito sin voz,

lamento sordo a veces;

y otras tantas,

tantísimas otras veces,

el pecho respirando la tormenta,

llamado ancestral de la tierra

que nos deja aquí,

de pie,

sosteniendo las voces,

escribiendo extensos listados sobre el polvo,

acurrucados en un suelo seco de palabras,

ardiendo en un desierto,

reventada la piel ante el fuego penetrante

del sol de la sombra.


Volvemos entonces,

nos fundimos de nuevo,

exhala la noche su aire frío

y de ser viento

pasamos lentamente

a otra luz,

una de otros ojos,

que esperan cristalinos

el amanecer.



Julio Serrano Echeverría (Quetzaltenango, Guatemala, 1983) Escritor y realizador audiovisual. Terminó sus estudios de Literatura hispanoamericana en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha sido becario de la Fundación Carolina y, de la Residencia paraArtistas de Iberoamérica FONCA-AECID. Forma parte del colectivo Cuatro Caminos, con quienes produce diversos proyectos audiovisuales. Publicaperiódicamente ensayos, crónicas y reseñas sobre cine y literatura en revistas de la región. Ha publicado loslibros Las palabras y los días (2006), TRANS 2.0 (2009), Fractal (2011) y Actos de magia, además y su obraaparece en varias antologías. Mantiene el blog Fellinada www.juliose.com






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Ariadna Vásquez (República Dominicana)


18
Digo que tanto allanamiento de agua trae aquí resignaciones, que se ha inundado el sótano y las paredes, que el reflejo se ha perdido en los muros, digo, despacio, frente al espejo naufragado, que se encharcó el dolor en los callejones, que el lodo nos cubre los ojos y lloramos, que lloramos, digo, y el cuerpo es ahora un despeñadero.

Ya se han perdido el cerco y los volcanes, ya los animales salvajes van ahogados, digo, que ya no sé adónde ha quedado la tierra, sin un afuera y un adentro, fango, agua, y los pulmones rugosos por tanto dormir el sueño del ahogado.

Esta tormenta que se llevó los muebles y las macetas. Esta lluvia asesina tiene las manos de mi madre, tiene sus dedos como agujas que saben señalarme, y me señalan así: mujer que trajo el ahogo. Pero he traído el ahogo y he traído a la madre. La madre que sabe preñar hogueras y esperar al incendio, aunque terqueé el torrente como epiléptico, aunque la boca se nos llene de algas y no llegue nunca el fuego.

Sé que por mí, porque dejé mi rastro, sé que tras de mí, ha llegado la inundación a estos valles, digo incluso que vi mi cuerpo tirado sobre la acera, agonizando de agua, que allí soñaba un caballo y una flama, con tantas ganas de incendiarme pero llorando, estaba llorando y a veces sacaba unas palabras desde la lengua, también mojadas, y me escuché decir: la balsa, el escondite, el equipaje tomado por las gotas y una ventana donde se veía venir la marea y la marea entraba y entraban sus calambres y su furia, su voz de enredadera y con cenizas, y digo que escuché decirte que vinieras de nuevo a visitarme las piernas, porque los dientes se me han ido pudriendo uno a uno, y el ahogo me ha dejado la mirada transparente, las uñas carcomidas, el deseo de bruces sobre la inundación, ese deseo de cortarme la calma para no resignarme, para no ser así, yo, ahora, mujer de brazos cruzados, volviéndome mi madre, inventando siempre un rescate, salvándome de algo que no sé.
De El libro de las inundaciones (Literal, 2012).


Talacino
Ella quisiera tener a la mujer cerca de la boca, no tener al hombre mientras tanto; los domingos cambia las sábanas, promete regar las plantas sin falta, anotado en el refrigerador, todos los días regar las plantas sin falta, Dios sabe que tiene ganas pero le agradan las pérdidas, los volcanes, las peleas de gallo y un poco más el viento de los huracanes, tan enamorada de las palmeras vencidas, a ella le gusta el amor siempre que haya caída, algún golpe sorpresivo, ramas que se fugan hacia el mar, ella lo ha visto antes, pocas veces, ese baile salvaje entre el huracán y el árbol es más amor que el amor, el hombre la mira extraño, no sabe, es una enamorada del viento pero en espera de un duelo un dolor al menos, no ves que se quiere despeinar así sin una promesa fija, ella lo que calla es un dejarse ir con la mujer de vez en cuando, ella quiere caerse desde muy arriba, el sonido de las palomas en la ventana sostiene la fe por las mañanas, el hombre calienta el pan, sirve la mesa bien, y el café, a ella la invade la sed entrada la tarde, entrada la noche le crece la lengua de una mujer ahogada; ella no logra agitarse el cuerpo con el hombre, como antes, espera que su promesa con la tierra le traiga un desearlo a él mientras tanto; ella sabe de hogares con vino y luz donde la ligereza amarra, allí los muebles funcionan a todas horas, un hogar con vino y luces tiene que obrar si se le piensa, ella imagina la música, la lámpara verde que garantiza un matiz natural al díaadía, hay una alfombra al centro de la mesa donde el hombre deja caer la felicidad dosificada, seguro que las parejas se pellizcan por las noches para reconocerse y a ella le mata la sed aunque llovizne, ella enciende la música y nada entra, sale a caminar el parque con la lluvia, sola, le agrada el tránsito sereno de los perros bajo el aguacero; el hombre es más el perro y la mujer un tigre; el hombre la extraña dentro, la marca con los dientes cuando la atrapa, se hunde como en ella en esa falta cóncava en la cama, deseo no le falta al hombre pero ella es hembra y prefiere siempre otra navaja más diestra, ahora los senos de la mujer es lo que quiere, quiere verlos gotear bajo una lluvia lenta, ella ha querido besarla al menos una vez al día, se sueña frente a su pecho delgado, levanta las manos y al tocarlo, las tetas le brotan rayadas como pequeños lomos de tigre, seguro que es agresiva la mujer, su boca le recuerda al Talacino, ella imagina el cuerpo desmembrado entre mandíbulas enormes, la enternece la saliva de un animal extinto; el hombre espanta las aves de la ventana, ella piensa que las palomas sostienen la casa, pero no lo dice, no habla, no importa, ella lo que esconde es el calor de su mano tomando a la mujer por el cabello, tiene un deseo hosco de estrujarla, como el huracán al árbol, a veces ella es la tormenta: la mujer tiene las hojas disponibles; a veces ella es palmera que ruega ese desahucio: la mujer le rompe el tronco abruptamente, la ha visto subir las escaleras algunas veces, ni siquiera sabe su nombre, ella le quiere lamer de lleno su mentón oscuro, promete no seguirla todos los días, anotado en el cuerpo como ancla, todos los días, ella quisiera tener a la mujer más cerca de la boca, es un quinto piso su casa.
(Inédito)


Ariadna Vásquez Germán (República Dominicana, 1977)

Ha publicado los poemarios El Libro de las Inundaciones (Atarraya Cartonera, Puerto Rico, 2011; y Literal, México, 2012); Cantos al hogar incendiado (Praxis, México, 2009), La palabra sin habla (Tintanueva, México, 2007) y Una casa azul, (Ángeles de Fierro, República Dominicana, 2005); la novela Por el desnivel de la acera (Praxis, México, 2005) y el relato Vulnerable en voz alta y otros cuentos premiados (“Premio Nacional de Cuento Joven de la Feria del Libro 2010”, Ferilibro, 2011, República Dominicana). En el 2012, recibió el Premio Nacional de Poesía Salomé Ureña de la República Dominicana por su poemario inédito Debí dibujar el mar en alguna parte, el cual será publicado por la Editora Nacional en el marco de la Feria Nacional del Libro de Santo Domingo en abril del 2013. 









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Balam Rodrigo (Chiapas, México)


Poemas del libro Desmemoria del rey sonámbulo (en prensa; inéditos)


Ombligo de la noche

Luna ática, luna hiena, luna en cuarzo
lenguante escaldándome la verba
en esta hora en la que pájaro sin vos,
acribillo con tu grito a las espinas de la rosa,
hija estéril de la noche,
sombra que desbosca los ojos
y devuelve los árboles caídos o talados
por la imagen de su condición de erectos
mientras los otros desalmados y bichos pajariles
cantan solos y decantan sólo
sus crueles satrapías,
sus bemoles de ceniza y de cristales mudos.

Desgargántame así la luna
en este lobecer de miedos por tu voz,
por el aullido ese de tus pechos
que me deja loco y ciego y áptero
y sin árboles caídos, sin capiteles rotos,
sin lenguas lunas:

Tan sólo ángeles heridos
que abisman esta noche mordida por mis alas.


Esquirlas

Varado el corazón entre la niebla
arrastra el hombre su muerta y esquirlada sombra.

Pétrea opacidad de ángeles le tañe
fiel tañido— los moros, los ebúrneos labios.

Piernas lleva sobre hombros:

Ensueña y no camina, late.

¿Acaso no otra soledad más grande
que la de sombrada bestia nos espera?

Sueña entre la niebla y no camina:

Posregresa.

¿Varados latidos le yerguen y pernoctan?

Hundes la mano en esta página
y azabachadas saltan sus esquirlas.

Trina(r) o murmura(r)
zurda sombra que latida, es:

Reptante y nocticida, solo animal
de ciego andar muy mudo:

Vera solitud de pájaro cardígrado.


El oficiante transgénico

La reprogenética es una tecnología que permitirá
[...] aumentar el potencial artístico
Lee M. Silver

Ya ni gobernaba la transgénica su voz
iba perdiendo el suyo genomita
todo lo mutaba y lo muertaba en su adeene
y no paraba en verborreas
ni en locuciones tautológicas
ni en cifrar taxonomías malversadas
e infantiles, pues todo lo imitaba
de los otros ya juglares
de los clones y vates más verbistas
incluso esa su forma de oficiar
en la poiesis, altísimo ritual—
y por más que deletreaba y escribía
lo ya dictado por sus genes
gozaba de un pool donado por diez nobeles—
y por más que recurría a su afamada
inspiración in vitro, ningún poema
brotaba en sus matraces
así que comenzaba a transformarse
en un poetita, en uno de esos tristes bardos
que lloran de impotencia en los burdeles.


Balam Rodrigo (Villa de Comaltitlán, Soconusco, 1974). Exfutbolista, diplomado en teología pastoral, biólogo por la UNAM y sibarita de mercados, fondas, botaneros, palapas marisqueras, puestos de comida casera y todo lugar donde pueda uno sentarse a comer sabroso y a sus anchas. Autor de diez libros de poesía: Hábito lunar (2005), Poemas de mar amaranto (2006), Silencia (2007), Larva agonía (2008), Libelo de varia necrología (2008), Icarías (2010), Bitácora del árbol nómada (2011), Cuatro murmullos y un relincho en los llanos del silencio (2012), Logomaquia (Puerto Rico, 2012) y Desmemoria del rey sonámbulo (en prensa). Coautor de Una raya más. Ensayos sobre Eduardo Lizalde (2010). Ha coordinado dos antologías de poesía: Trece poetas de Chiapas: 1970-1986 (UNAM, 2008) y Cofre de Cedro. 40 poetas de Chiapas 1960-1986 (Círculo Editorial Azteca, 2011). Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, portugués y zapoteco. Parte de su obra está incluida en El oro ensortijado. Poesía viva de México (2009), 20 años de poesía. Jóvenes Creadores del FONCA (Conaculta/Fonca, 2010), Antología de poesía contemporánea México-Colombia (Colombia, 2011), Nove poetas mexicanos dos anos setenta (Brasil, 2011), Vientos del siglo. Poetas mexicanos 1950-1982 (UNAM, 2012) y Lumbre en el almaje. Muestra de poesía mexicana (1970-1985) (Guatemala, 2012). Su obra literaria ha obtenido algunos reconocimientos, entre otros: Premio de Poesía Joven Ciudad de México 2006, Premio Nacional de Poesía San Román 2007, Premio Nacional de Poesía Ciudad del Carmen 2008, Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal 2010, Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2011, Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2011 y V Juegos Florales Ramón López Velarde 2012. Becario del programa Jóvenes Creadores del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en el período 2009-2010. Ejerce como académico en materia de religiones comparadas, bioética y tradiciones de la muerte en México en instituciones del sector salud.





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