El síndrome de Anastasia
Autor: EnSUMA »9:34:00 a.m. »Sin comentarios
Wilber
Sánchez Ortiz1
De
haberse conocido a tiempo los secretos de la replicación y la
transcripción –tal y como hoy se conoce- la historia de Anastasia
tendría otros matices.
Anastasia
murió apenas algunos lustros después del descubrimiento de Watson y
Crick, así que la mujer que se decía hija última del último zar
ruso, Nicolás II, no pudo demostrar su parentesco mediante la
contemporánea herramienta del análisis genético, cuyos misterios
se mantenían todavía envueltos en un manto oscuro.
Nicolás
II fue brutalmente asesinado junto a su familia por las armas del
proletariado bolchevique; se decía que Anastasia sobrevivió a la
masacre y con el apoyo de partidarios de su padre apareció años
después, reclamando sus derechos como legítima heredera a la
familia que la daba por muerta y que hasta el último negó su
existencia, impidiéndole con ello la posibilidad de convertirse, si
la historia cambiaba sus rutas, en zarina.
Y
es que, para demostrar su legitimidad intentó de todo: el dominio de
secretos que sólo los muy allegados a la familia podían conocer,
reconoció parientes, demostró actitudes sólo equiparables a los de
la princesa de Andersen, personaje que manifestó descontento por
dormir sobre colchones bajos los cuales estaba un incómodo y
diminuto guisante. Un plebeyo no lo habría notado.
La
historia de Anastasia resulta, además, una forma bastante didáctica
para explicar la importancia de la biología aplicada a la vida
cotidiana, pues vamos viendo que el ADN hubiera resuelto la polémica
de la dama citada mediante un sencillo análisis y habría dado pie
para el rechazo absoluto o la aceptación total de sus parientes.
Esta situación
permite preguntarnos ¿Cuántos misterios que hoy parecen imposibles
de resolver, mañana serán cosa de juego? He estado pensando que en
algunos años tal vez descubramos en otro planeta vida semejante a la
nuestra y, si dejamos que la cuerda de la imaginación se libere, en
dicho planeta tal vez sus habitantes contraigan y se curen
enfermedades como el sida, de modo rutinario, así como nosotros
contraemos y nos curamos una gripa.
Ante
ello, se justifica pues que los gobiernos inviertan en la ampliación
de más recursos humanos, científicos y tecnólogicos, además de
dotarlos de las herramientas y estímulos necesarios porque los
habitantes del planeta Tierra, en uno u otro modo, en mayor o en
menor cantidad, padecemos el síndrome de Anastasia: habrá quien
requiera de una técnica sofisticada para esclarecer un asesinato,
para dar con el paradero de un pariente, para curar una enfermedad o,
en el caso de aquellos hombres y mujeres apurados por su timidez,
fealdad o antipatía; para seducir, sin mediar palabras, con un
sofisticado kit de feromonas, por citar ejemplos.
1
El autor nació en Tuzantán, Chiapas en 1980.
Narrador. Un par de ocasiones ha recibido la beca del Programa de
Estímulos para la Creación y el Desarrollo Artístico (PECDA) que
otorga el gobierno del estado de Chiapas en la categoría de
jóvenes creadores. Su publicación más reciente es Arbolario,
un libro de varia invención publicado por Coneculta en 2009.
2
En la
última década del siglo xx se analizó el material genético del
zar y su familia (descubiertos en 1979) demostrándose que la mujer
que se hacía llamar Anastacia era en realidad una impostora llamada
Anna Anderson.
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