UNA REFLEXIÓN PARA NAYELI RANGEL POR SU REGRESO A LAS CANCHAS DE FUTBOL
Autor: EnSUMA »7:47:00 p.m. »Sin comentarios
Hace
veinte años la literatura y el futbol serían como el agua y el aceite.
Los escritores, esos personajes sedentarios y operadores desde la silla
del traspié a todo –según ellos– que olía a estupidez, conferían a este
deporte la combustión de la basura privándola de cualquier rostro
tipográfico. Escribir sobre ello no valía la pena.
Hoy
la tradición literaria mexicana –con sus claroscuros– simula una larga
caravana de carros alegóricos, la misma región con sus mismos conflictos
nacionales, una herencia incapaz de reciclarse ya que existen otros
mitos fundacionales como el internet, el cine, la tv por cable, la
música, el click que dispersa imágenes, sonidos,
estilos, símbolos que recrean –sumando y sumando en pequeñas partes–
utopías o fes que no están circunscritas a una sola, tal como lo
propusieron Vasconcelos, Revueltas, Paz, Fuentes, Rulfo, Arreola, Del
Paso, etc.
Frente
a esas maquinarias ideológicas, los jóvenes apelan por otras
condiciones; claro, no todos dentro del presupuesto de la inteligencia
que nos legaron esos grandes escritores. Pero, aunque los resultados no
sean estrictamente textuales, crean otras fibras que no buscan
principalmente el reconocimiento social o artístico. El espíritu de
lucha en la literatura ha dejado las aulas y ha creado su propia gran
ola de curiosidad, de asombro, de búsqueda.
El
futbol es lo menos importante, y lo entiendo, pero está ahí sujeto a
una historia nacional de por si inestable. No cambia ni mejora al país,
no es su razón ni el medio, no está para subsanar ausencias: su acierto
más grande es que no sólo se identifica en su condición masculina sino
que incorpora su condición femenina (no en las tribunas, hablo de
selecciones nacionales) y pues desde esa pericia cultural, la
“inteligencia” negada a este deporte aparece y participa –quieran o no–
como una de las ideas contemporáneas sobre la humanidad.
Luis Daniel Pulido
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