ESOS SERES EXTRAÑOS LLAMADOS PORTEROS
Autor: EnSUMA »1:30:00 a.m. »Sin comentarios
La
portería en el futbol soccer es un estado latente: todos le apuntan, lo
buscan; dador de glorias o decepciones, es su sonoridad de constelación
o enjambre lo que acentúa el punto más violento del juego: el disparo a
gol. Que no la falta, el faul, que es hermético en el
sentido de tomar una decisión particular y crear sus propios fantasmas:
la revancha, la amonestación, la tarjeta roja.
No
hay portería sin portero, una posición llena de mitos y lugares
comunes: que quienes la ejercen están locos, que son hiperactivos,
agresivos, egocéntricos, incluso –mi ex novia me lo dijo– son suicidas y
hasta asesinos seriales.
Robert
Enke, portero alemán, efectivamente, se suicidó. Tim Howard, portero de
la selección de Estados Unidos y del Everton de la Premier League,
padece el Síndrome de Tourette. Ambos casos tienen mucho de tristeza, de
tragedia. Sin duda el portero es la excepción, simboliza al héroe o al
villano; basta ver en su andar los rasgos profundos del hombre solitario
que enfrenta al mundo.
Gordon
Banks, mi héroe de todos los tiempos, perdió en un accidente
automovilístico el ojo izquierdo y a pesar de ello, siguió jugando.
Lev Yashin, portero de la extinta URSS y apodado “La araña negra”, se tomaba unos tragos de vodka antes de cada juego.
Amadeo Carrizo, del River Plate de las décadas de 1950 y 1960, inspiró un libro, El arte de atajar, una especie de Biblia para porteros escrita por Luis Di Salvo.
Antonio
“La Tota” Carbajal, del mítico Club León de 1950, jugó cinco copas del
mundo y tuvo un “recoge balones” de lujo: el gran José Alfredo Jiménez.
Ubaldo
Matildo “El Pato” Fillol, un portero sobrio, con el temple de los
gladiadores en el Coliseo romano, espectacular cuando se le exigía,
sereno incluso cuando nadaba entre tiburones: Bilardo y su cuerpo
técnico lo dejaron fuera del Mundial de México 86 por ser el portero de
César Luis Menotti (años después Maradona bromeaba con esta decisión
comentándole a Ruggeri “Che, mirá que fuimos campeones en México y sin
portero”, en clara alusión a Neri Pumpido, portero de Bilardo).
Jean
Marie Pfaff, gran portero; reflejos, seguridad, elegancia, liderazgo,
pero también gran bufón, siempre entre la ironía y el diálogo cordial.
Jorge
Campos, estrambótico, suma de suerte e intuición. Desgarbado y sin una
personalidad avasallante, este pequeño cancerbero nunca jugó en una
cancha, siempre tuvo su propia playa. Y como pocos, este portero sí que
se divirtió con lo que hizo, incluso con lo que no.
Oliver Kahn, encarnación del orgullo ario, perro de caza, Chewbacca, Jack Nicholson en El Resplandor.
Pero
en los tiempos actuales, el portero está más atado a un sistema, ha
perdido un poco el sentido de riesgo y su elemento principal –la
audacia– parece ser el peón de la táctica.
Claro, hay excepciones: Iker Casillas, Peter Cech, Víctor Valdés, Jonathan Orozco, Oswaldo Sánchez, por nombrar algunos.
Va
un reconocimiento especial a un portero grande y adelantado a su
tiempo: el gran Miguel Marín, de la escuela de Vélez Sarsfield.
Los
porteros, sin duda, cada uno, tienen un discurso corporal único. Juegan
su propia guerra, tienen sus buenos y malos momentos. Vencen desde su
área tiranías como el catenaccio italiano, el “peso muerto” de dinosaurios como Ferreti, el agobio espeso de patanes como Mourinho.
Por eso el portero, viejo, no le tiene miedo a la muerte.
Luis Daniel Pulido
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