San Pedro Mártir
Autor: EnSUMA »10:06:00 p.m. »4 Comentarios
Entre lo divino y lo pagano...
Reportaje de: Darinel Zacarías
Entre una mezcla de divinidad y fuertes tintes de paganismo, se hacen presentes, como hace ya varias décadas, en la tradicional fiesta en honor a San Pedro Mártir, donde cobran vida una serie de ritos sagrados y de creencias entre sus pobladores y centenares de peregrinos de distintas partes del país.
Reportaje de: Darinel Zacarías
Entre una mezcla de divinidad y fuertes tintes de paganismo, se hacen presentes, como hace ya varias décadas, en la tradicional fiesta en honor a San Pedro Mártir, donde cobran vida una serie de ritos sagrados y de creencias entre sus pobladores y centenares de peregrinos de distintas partes del país.
Es en el municipio de Tuxtla Chico, allí el
escepticismo hace una mixtura de unidad entre lo que es sagrado y lo profano,
donde el concepto cíclico o esférico del tiempo, el rechazo a considerar a la
naturaleza como propiedad privada del hombre, que puede explotarla y destruirla
de forma arbitraria; la cura de enfermedades inexplicables, las creencias de un
pueblo, las voces de mando, la fe y devoción, las sanaciones de males
incurables y la devolución de vida a personas desahuciadas son el resultado de
ofrecer una fiesta en honor a su santo San Pedro Mártir.
Los llamados cofrades y su arraigo cultural cargado
de fe y religiosidad, ponen en práctica dogmas que para algunos son bien
vistos, aunque para otros son ritos considerados fetichistas o de chamanes,
alejados del catolicismo y un sinfín de iglesias cristianas.
Tuxtla Chico una ciudad de cuyo origen se atribuye
las emigraciones de Izapeños y Mames, llegados posiblemente de Centroamérica,
de los que tenemos vestigios en el vestido, lengua, gastronomía, tradiciones y
costumbres, está asentado a sólo tres kilómetros de las ruinas arqueológicas de
Izapa. Y es que precisamente aquí en tierra Maya, donde las costumbres y
tradiciones aún perduran, dando espacio a la hechicería, mezcla de los
sacrificios, los ritos de los Vudos (negros) traídos por los misioneros
dominicos, forman parte del llamado Teatro Popular.
Según los cofrades, los españoles utilizaron esta técnica para evangelizar e imponer la religión, amalgamados, dieron lugar a la festividad ritual de San Pedro Mártir o mejor conocida como “Jalada de Patos”.
Según los cofrades, los españoles utilizaron esta técnica para evangelizar e imponer la religión, amalgamados, dieron lugar a la festividad ritual de San Pedro Mártir o mejor conocida como “Jalada de Patos”.
Según los estudios y aportaciones de personajes
históricos de esta ciudad, narran que los primeros misioneros dominicos
así como algunos soldados españoles que el conquistador Pedro de Alvarado fue
dejando a su paso en la costa de Chiapas, se encontró con los pobladores de
Izapa, una cultura mística y enigmática, considerada como toda cultura
prehispánica como politeísta, misma que rendía tributo con sacrificios humanos
y de animales.
Por ellos los frailes decidieron buscar
dentro de su santoral a un beato que se identificará con el herejismo de
nuestro pueblo, teniendo por fortuna dentro la hermandad dominica a San Pedro
Mártir, hereje convertido al cristianismo y gran evangelizador en Italia cuya
fama obligó al Papa nombrarlo Inquisidor General para toda la península
itálica, quien en lugar de acusar a los herejes ante la Santa Inquisición los
evangelizaba y convertía a practicar el catolicismo.
- Fe y Religiosidad acompañados del Teatro Callejero
Desde entonces hasta nuestros días, los habitantes
de Tuxtla Chico, doblegados en su momento por estos frailes españoles,
empezaron con las representaciones teatrales por las calles y plazas públicas
del pueblo, destacando en ellas los rituales que consisten en la velación de
las armas y banderas, las múltiples oraciones y cumplimiento de penitencias.
Asimismo el galopar a caballo grandes distancias hasta llegar a territorio enemigo y la guerra por la conquista de nuevas tierras para el Rey y más almas para Dios, acompañados de música de los tambores, chirimía y la danza de los negritos, para culminar con el sacrificio de los patos en ofrenda, ante sus ídolos y la intercesión de San Pedro Mártir para que Dios escuche sus suplicas y peticiones, son parte del teatro callejero que aun vive en un pueblo marcado aun por la conquista, pero con grandes devotos a este hereje, que según testimonios ha dado muestra de milagros y sanaciones a enfermedades inexplicables por la ciencia.
Asimismo el galopar a caballo grandes distancias hasta llegar a territorio enemigo y la guerra por la conquista de nuevas tierras para el Rey y más almas para Dios, acompañados de música de los tambores, chirimía y la danza de los negritos, para culminar con el sacrificio de los patos en ofrenda, ante sus ídolos y la intercesión de San Pedro Mártir para que Dios escuche sus suplicas y peticiones, son parte del teatro callejero que aun vive en un pueblo marcado aun por la conquista, pero con grandes devotos a este hereje, que según testimonios ha dado muestra de milagros y sanaciones a enfermedades inexplicables por la ciencia.
- ¡Habemus Cofrade!
Los llamados capitanes o bastones de mando de la festividad milenaria, son los encargados nombrar al “Cofrade” y a los dos abanderados, el primero será el responsable de tener el local adecuado para los velorios y los otros deberán tener los lugares donde custodiaran las banderas, una amarilla y la otra roja, de forma cuadrada pegadas al asta y con dos listones cruzados. El Cofrade y los abanderados, son personas que siempre aceptan con el mayor orgullo y fe los cargos que les confieren. Mismo que aun sabiendo que les espera grandes gastos, ofrecen en venta sus cosechas de cacao, maíz o frutales o fracciones de terrenos, para poder cumplir, sabedores de que San Pedro Mártir les recompensara su disponibilidad y fervor divino.
Los rituales dan comienzo cuatro sábados antes del día 27 de abril, en la casa donde se celebrará el cofrade. Se hace un altar con hoja de pacaya, flores de corozo y diversas imágenes en bulto de San Pedro Mártir y San Marcos; los participantes y fieles llevan flores, velas y veladoras.
Los velatorios son acompañados por el sonar de
tambores y unas chirimías o flautas de madera con hojas de palma en la
boquilla. Allí se hacen presentes todos los integrantes de la cofradía,
alrededor de ciento cincuenta, entre jóvenes y adultos, así como un centenar de
negritos, niños desde seis meses de edad hasta mayores de 18 años. Los negritos
usan ropa usual, pañuelo rojo al cuello, pintada la cara con color negro,
sacado del tizne de los cómales o de las ollas de barro, un chin chin o maraca.
Al ritmo de los tambores y la chirimía, en un
reducido espacio frente al altar, danzan un monoritmo, sin coreografía, casi
caminando de atrás a delante y viceversa, entonando en coro el siguiente
estribillo. Viva San Pedro, Viva San Marcos., Viva el cofrado, Viva el pueblo,
Viva la costumbre, Viva el pueblo.
Este rito dura de 15 o 20 minutos. Cuando termina, los negritos todos sudorosos, salen en busca de agua en los comercios de bebidas y comestibles que se han instalado en las calles adyacentes al cofrado; los negritos que no caminan, las madres los tienen brazos y agarrándoles la mano con el pequeño chin chin siguen de pie el ritmo de los tambores. Esto es el pago por un favor recibido de San Pedro Mártir, en la salud de ese negrito. Una media hora después, vuelven los tambores a sonar, los negritos corren a pararse frente al altar e iniciar nuevamente su danza y a cantar el mismo estribillo.
Este rito dura de 15 o 20 minutos. Cuando termina, los negritos todos sudorosos, salen en busca de agua en los comercios de bebidas y comestibles que se han instalado en las calles adyacentes al cofrado; los negritos que no caminan, las madres los tienen brazos y agarrándoles la mano con el pequeño chin chin siguen de pie el ritmo de los tambores. Esto es el pago por un favor recibido de San Pedro Mártir, en la salud de ese negrito. Una media hora después, vuelven los tambores a sonar, los negritos corren a pararse frente al altar e iniciar nuevamente su danza y a cantar el mismo estribillo.
- Acto de Purificación y Abstinencia Sexual
Llega la noche del día 27 de abril, hay alegría en
tres casas, la del cofrade y la de los abanderados, estos últimos hacen oración
ente el emblema de su ejército, que portaran y defenderán en la guerra del día
29 de abril. Por la noche todos los integrantes de la cofradía, llevando a la vanguardia
la música de los tambores y la chirimía, salen hacia la casa del primer
abanderado, y son recibidos con bombas y cohetes, se reparte café o chocolate,
pan, tamales y aguardiente. Los negritos danzan ante esta bandera.
Terminada esta ceremonia, y ya llevando esta
bandera al frente, se dirigen hacia donde está la otra, donde son recibidos de
igual manera y se hace la misma ceremonia. Teniendo ya las dos banderas al
frente, la procesión, que para ese momento suman más de 500 personas entre
participantes, familiares y públicos, se dirigen hasta el domicilio del
“abuelo” o chaman, quien los recibe también con cohetes, su altar adornado,
frente al cual los negritos ejecutan su danza.
Se inicia el regreso, ya acompañados del abuelo,
hasta la casa del cofrade donde el chaman procede a ser el acto de
purificación, que consiste en limpiar con velas a todos los integrantes de la
cofradía, inician con el cofrade, los capitanes, los correlones (jinetes) y los
negritos. Invoca en cada limpia a San Pedro para que los mantenga sanos y que
los libre de algún accidente en los otros actos de la festividad. Y que sus
cosechas de cacao, maíz, frutales y ganado sean abundantes. Todos los que toman
parte de ella, deberán hacer desde 40 días antes una abstinencia sexual, de no
hacerlo la limpia no surte afectos.
A las dos de la madrugada del día siguiente,
acabada la limpia, vuelve a salir una más todo el contingente con el abuelo a
la cabeza. Llevando grandes trastos de brazas con copal e incienso, recorren
las calles que, horas después los ejércitos recorren, limpiándolas y
purificándolas, así como los lugares donde se realizaran los principales actos
el 28 y 29 de abril.
El día más esperado es el 29 de abril, donde desde
muy temprano en la casa del cofrade se escucha el relinchar de los
caballos, les adornan la cabeza y la cola con moños de listones de diversos
colores, que las madrinas les han obsequiado y que el sacerdote de la parroquia
ha bendecido.
Los caballos lucen adornos, los correlones estrenan
pantalones, camisas, sombreros de palma y al cuello pañuelo rojo.
A una orden de los capitanes, montan sus caballos y
de dos en fondo, primero los dos capitanes de cada bando el cofrade, los
abanderados y todo los correlones. Adelante van los tamboreros y la chirimía,
los negritos, familiares y pueblo.
Posteriormente los capitanes ordenan colocar las
banderas en un sitio especial, mientras otros, en una cuerda que cruza la calle
a la altura del brazo levantado y a caballo, amarran de las patas a casi 10
patos que quedan con la cabeza colgando. Estos animales adornados los
cuellos con listones de colores aletean desesperados por la incómoda posición y
suponiendo el triste fin que les espera. Han sido obsequiados a la cofradía por
personas devotas de San Pedro Mártir.
Los correlones o jinetes al llamado del capitán
inician con la jalada de patos, se asegura de la montura del caballo y a galope
al grito de “Viva Señor San Pedro”, pasa jalando la cabeza del ave de corral,
en múltiples ocasiones por diversos montadores, En este acto poco a poco las
camisas de los correlones van tiñéndose de sangre, hasta desprenderla y quién
la logre cortar, se la lleva para merendarla en su casa con sus familiares.
- Comienza la Guerra de los Dulces
Posteriormente los correlones buscan entre el
público a sus esposas, hijos u otros familiares, quienes ya tienen preparado
“tanates” o bolsas de manta, en las que guardan panecillos pintados de rojo, de
harina muy dura, llamados chuchitos secos, dulces de chilacayote, de coco, así
como terrones de azúcar comprimida. Los panecillos y dulces son obsequiadas
entre amigos y público con el desorden que se forma y que los negritos tratan
de controlar.
El sonar de los tambores cambia de ritmo, un sonido
especial convoca a la guerra, los ejércitos se agrupan cada uno en su
respectiva esquina. Los capitanes se adelantan, se rentan, los terrones de
azúcar van siendo arrojados con fuerza y con dirección de los contrarios, en
momentos la lucha decrece, el pueblo aplaude y anima al ejercito de su
predilección, se utilizan algunas estrategias, simulan no tener parque y
permite que el enemigo se acerque, cuando los tienen a tiro, arremeten con
furia, los caballos caracolean y relinchan, la calle se tapiza de dulces, los curiosos
tratan de meterse en las patas de los caballos para recogerlos, los negritos
hacen valer su autoridad y con fuete en manos los sacan del área de combate. Se
corre un ejército, ha perdido, ya no tienen parque, el público aplaude al
ganador, las marimbas tocan dianas y las bombas y cohetes alegran el espacio.
A las seis de la tarde se suspende la jalada de
patos y todos en forma ordenada, llegan a la iglesia de Candelaria donde la
imagen de San Pedro Mártir esta esperándolos en un bonito trono. Esta es
llevada en hombros y recorre entre cantos, rezos y estallidos de cohetes, la
ruta de regreso ya establecida por la cofradía, el calvario, el parque central,
hasta iglesia para dejar a la imagen.
Los correlones, la mayor de las veces totalmente
mojados porque es época de lluvias, otros totalmente borrachos, doblados sobre
las sillas del caballo, llegan a la casa del cofrade y , sin desmontar, se
escucha la voz autoritaria del capitán principal que dice: “damos las gracias a
todas las personas que colaboran con dinero y con truenos para nuestra
celebración”. “Damos las gracias a todos ustedes compañeros por estar un año
más en la costumbre”.
Finalmente adentro, se ha quedado solamente el altar con las imágenes de San Pedro Mártir y San Marcos, muchas veladoras encendidas y parece que en sus paredes ha quedado impregnado el olor del copal y del incienso, el sonar de los tambores, el eco de la chirimía, y el canto de los negritos, así se vive una tradición llena de paganismo y divinidad, así es Tuxtla Chico…conocida como la tierra de Dios o la tierra de los machetes.
Finalmente adentro, se ha quedado solamente el altar con las imágenes de San Pedro Mártir y San Marcos, muchas veladoras encendidas y parece que en sus paredes ha quedado impregnado el olor del copal y del incienso, el sonar de los tambores, el eco de la chirimía, y el canto de los negritos, así se vive una tradición llena de paganismo y divinidad, así es Tuxtla Chico…conocida como la tierra de Dios o la tierra de los machetes.
Holaa... me gusto encontrar este artículo ya que mi tesis la trabajo sobre la fiesta de los negritos. (:
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Me ha sido de gran utilidad esta información, soy artista plástico y voy a pintar una obra en gran formato sobre las tradiciones, usos y costumbres de Tuxtla Chico para un museo itinerante. por lo que he estado investigando sobre este pueblo rico en tradiciones y festividades...
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